Taller

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(es:) Aquí se montan textos. Advertencia: Calidad no final.

Brexit, adaptación libre[edit]

Texto inicial a adaptar: http://www.eldiario.es/zonacritica/cataluna_independencia_mas_6_49755030.html

con licencia de CC-BY-SA


VERSIÓN ORIGINAL SIN MODIFICAR (modifica la de más abajo)[edit]

Si la integridad territorial de España dependiera de los argumentos con que la derecha política y mediática descarta estos días la independencia de Cataluña, ya podrían los catalanes independentistas enfriar el cava porque sería cuestión de días. Hay que ver la birria de razones con que quieren convencernos de que una Cataluña independiente es imposible por inviable.

Argumentos sentimentaloides del tipo “Cataluña no es nada sin España” ni los tengo en cuenta, porque recuerdan al “no puedo vivir sin ti” que precede a toda separación, y que dura tanto como tarda uno en darse cuenta de que no sólo puede vivir sin su ex, sino mucho mejor.

Luego están los argumentos ‘expulsivos’: un Estado catalán se quedaría fuera de la Unión Europea, del euro, de la OTAN, y hasta de la liga de fútbol. En cuanto al euro, ya veremos si no somos nosotros los que acabamos fuera de Europa y del euro, bien porque nos echen, bien porque se venga abajo el invento europeo. Lo de no poder pertenecer a la OTAN, muchos correríamos a preguntar dónde hay que firmar, y así están desde siempre algunos países, incluso en Europa. Y en cuanto a la liga de fútbol, es un negocio antes que un deporte, y ya lo apañarían.

Y por último están los argumentos ‘ruinosos’: Cataluña no sería viable como Estado en un momento como este, de grave crisis económica europea, española y también catalana, y se hundiría sin remedio. Se olvidan de que los nuevos Estados suelen nacer de los escombros, tras guerras y secesiones dramáticas, y sobre esos escombros (que a menudo son literales, de país destrozado) levantan el nuevo Estado.

En definitiva: que si Cataluña sigue o no siendo parte de España no dependerá ni del euro, ni de la crisis ni de jugar la Copa del Rey, sino de que los catalanes quieran continuar siendo miembros del club hispánico. Vale, están también los argumentos de fuerza: suspender la autonomía y mandar el ejército, pero como ahí se acaba toda posibilidad de discusión, ni lo considero.

Por mucho que les pese a algunos, Cataluña será lo que los catalanes quieran. ¿Y el resto de españoles? ¿Qué queremos? Yo hablo por mí, y por otros que sé que piensan como yo. Y mi postura es casi suplicante: ¡amigos catalanes, no os vayáis, no nos dejéis solos! Frente a la chulería con la que algunos comentaristas despachan las aspiraciones catalanas con un “déjalos, que se vayan, que ya se arrepentirán”, yo prefiero no tentar la suerte y les pido: no os vayáis, no nos dejéis solos.

Porque si para algunos es impensable una España sin Cataluña, yo tengo suficiente imaginación para hacerme a la idea, y me aterra una España sin Cataluña (y sin Euskadi, que en tal caso no se quedaría atrás). ¿Se lo imaginan, una España sin las variaciones vasca y catalana, una España reconcentrada en su castellanidad?

En una España sin catalanes ni vascos, los que quedásemos tocaríamos a más en todo, por ser menos para repartir: nos tocaría por cabeza más rescate, más modelo productivo fracasado, más monarquía, más bipartidismo, más santa Transición, más conferencia episcopal, más jueces carcas, más contrarreforma educativa, más facherío sociológico, más prensa cavernícola, más Academia de la Historia, más banca tóxica, más poder económico dominante, más corrupción; más de todo per cápita. Sí, ya sé que también en Cataluña hay crisis, derecha rancia, obispos, corrupción y gran capital, pero sospecho que en el reparto del ajuar común saldríamos perdiendo los que estamos a este lado del Ebro; y lo mismo valdría para Euskadi.

Sería además una España herida, humillada, lo que hincharía aún más el nacionalismo español -que también existe aunque los que se dicen antinacionalistas nunca lo reconozcan-; ese mismo nacionalismo que con sus hechos y sus palabras es desde hace años el mayor fabricante de separatistas en Cataluña y Euskadi.

Asumo que en Cataluña hay un número importante de independentistas convencidos que querrían llegar hasta el final –y entre ellos no figura Mas, que está a otra cosa, ni tampoco CiU-. Pero estoy seguro de que la mayoría de catalanes no quiere salir de España: quiere salir de esta España, que no es lo mismo. Pero es que de esta España somos muchos los que queremos salir, sin tener la posibilidad de independizarnos. De esta España fallida, donde no queda ya institución que no esté en crisis, y donde caminamos con paso firme hacia el agujero.

Por eso digo: amigos catalanes, no os vayáis, no nos dejéis solos, quedaos con nosotros y cambiemos juntos esta España, construyamos otra donde ni vosotros ni los demás nos sintamos incómodos, una España que tenga futuro y en la que no tengamos más motivos para temer o avergonzarnos de los que tienen los habitantes de otros países. Una España que ya no podrá ser monárquica, ni tampoco autonómica, porque el proyecto de la Transición hace agua por demasiados sitios. República, federal, son palabras que todavía imponen; pero más nos valdría tomarnos en serio esa incomodidad de catalanes y vascos y de tantos españoles, y apostar por salir de la crisis desechando todo lo fallido para construir de nuevo, antes de que se nos caiga encima.

Isaac Rosa - eldiario.es - 21/Sep/2012/2012


ADAPTACIÓN LIBRE PARA TRASPONERLO A LO DEL "BREXIT"[edit]

Si la integridad moral de la Unión Europea dependiera de los argumentos con que la plutocracia de sus capitales maquina los nuevos escenarios que se avecinan, ya podrían los súbditos y súbditas del actual Reino Unido que abogan por una desconexión ir sirviéndose unas pintas de cerveza porque la escabechina vendrá dolorosa. Nadie en la escena mediática da remotamente razones para sugerir que un Reino Unido desconectado de la Unión Europea pudiera ser imposible por inviable.

Desde el contiente estamos afrontando este brete de separación con una absoluta falta de sentimentalidad. Si se te está yendo tu pareja, aunque ésta se caracterice por la flema, no es tampoco cosa de quedarte impasible como si sin ella fueramos a vivir mucho mejor.

Ni siquiera se dan argumentos ‘expulsivos’: lo que quedara del Reino Unido fuera de la Unión Europea y del euro, ni se cuestiona que permanecería en la OTAN, y a un mismo nivel de importancia, en la liga de campeones de fútbol masculino. En cuanto al dinerito, varias capitales continentales se frotan las manos intentando que les quede bien el traje de noche de una "city financiera". Una Unión Europea sin poder nuclear militar más allá del francés, y éste en vísperas de una posible trumpización frexitista, no resuena como una continuidad muy hegemónica. ¿Qué sería de un "viejo mundo" sin pan y circo unificado y gladiadores de piernas musculosas que se casan con chicas picantes?

Tampoco se oyen argumentos ‘ruinosos’: Las partes desconectantes de las Islas dan por descontada su viabilidad como Estado pese a un momento como este, de grave crisis económica primermundial y también transatlántica, y se cuenta con su supervivencia como se sobrevivió a Hitler. Sin este protoestado continental europeo surgido de los escombros de guerras y de anexiones dramáticas, los pueblos de las Islas del Reino Unido mantienen su normalidad cotidiana en su derecho no escrito.

En definitiva: que si los pueblos del actual Reino Unido acaban siguendo dentro de la Unión Europea no será gracias ni a los dineritos, ni al poder nuclear militar ni al consagrado estilo balompédico, sino a que la Unión Europea se manifieste milagrosamente como algo digno a lo que pertenecer. Las vallas impiden el acceso universal necesitado alrededor de Calais, no podemos acceder según como a la metropoli, algo parecido a ese otro muro que puso el imperio romano dibujando Escocia.

Aunque en el contiente no nos manifestemos sobre ello, los pueblos del actual Reino Unido serán lo que ellos quieran. ¿Y el resto del nor-occidente viejomundista? ¿Qué queremos? Yo hablo por mí, y por otros que sé que piensan como yo. Y mi postura es casi suplicante: ¡amigas y amigos súbditos del actual Reino Unido, no os vayáis, no nos dejéis sol@s! Frente a la chulería con la que las instituciones nacionales y comunitarias despachan las aspiraciones ciudadanas con un “déjalos, que se manifiesten, que ya se cansarán”, yo prefiero aferrarme a vuestro ejemplo y os pido: no os vayáis, no nos dejéis sol@s.

Porque si para algunos es impensable una Europa sin el actual Reino Unido, yo tengo suficiente imaginación para hacerme a la idea, y me aterra una Europa sin Inglaterra y sin Gales, que en es posible que otros se queden atrás. ¿Se lo imaginan, una Europa sin las variaciones anglosajonas, una Europa reconcentrada en su franco-prusianidad?

En una Europa sin personas inglesas ni galesas, las que quedásemos tocaríamos a más en todo, por ser menos para repartir: nos tocaría por cabeza más provincianismo, más aplicación acrítica de las ortodoxias, más jerarquización mental, más búnker, más humor soso, más catolicismo corrupto; más de todo per cápita. Sí, ya sé que también en el actual Reino Unido hay crisis, derecha rancia, obispos, corrupción y gran capital, pero sospecho que en el reparto del ajuar común saldríamos perdiendo los que estamos a este lado del Canal de la Mancha; y lo mismo valdría para los Países Bajos.

Sería además una Unión Europea herida, humillada, lo que hincharía aún más el nacionalismo eurocéntrico -que también existe aunque los que se dicen globalizacionistas nunca lo reconozcan-; ese mismo nacionalismo que con sus sosería y sus patosidades es desde hace años el mayor fabricante de desconexionistas en Inglaterra y Gales.

Asumo que en el actual Reino Unido hay un número importante de desconexionistas convencidas que querrían llegar hasta el final -y entre ellas no figura May, que está a otra cosa, ni tampoco el Partido Conservador "Tory"-. Pero estoy seguro de que la mayoría de súbditas y súbditos del actual Reino Unido no quiere salir de Unión Europea: quiere salir de esta Unión Europea, que no es lo mismo. Pero es que de esta Unión Europea somos much@s l@s que queremos salir, sin tener la posibilidad de empoderarnos. De esta Unión Europea fallida, donde no queda ya principio moral que no esté en crisis, y donde caminamos con paso firme hacia el autoecocidio.

Por eso digo: amig@s británic@s, no os vayáis, no nos dejéis solos, quedaos con nosotr@s y cambiemos junt@s esta Unión Europea, construyamos otra donde ni vosotr@s ni los demás nos sintamos incómod@s, una Unión Europea que tenga decencia y en la que no tengamos más motivos para vomitar o avergonzarnos de los que tienen l@s habitantes de otras hegemonías. Una Unión Europea que ya no podrá ser plutócrata, ni tampoco tecnócrata, porque el proyecto napoleónico hace agua por demasiados sitios. Matrística, biorregional, son palabras que todavía imponen; pero más nos valdría tomarnos en serio esa incomodidad de ingles@s y gales@s y de tantos europe@s, y apostar por salir de la crisis desechando todo lo fallido para construir de nuevo, antes de que se nos caiga encima.

-Salvador Espada, sobre un texto de Isaac Rosa

Acta 30/Dic/2016: Algunas personas de Podemos Exterior[edit]

T.I.N.A. secuestra a la juventud socialista austriaca[edit]

Por Salvador Espada y Alejandro Ramos (Podemos Austria)

T.I.N.A es el acrónimo de "There is no alternative". No hay alternativa. Esa es la percepción de una parte de la socialdemocracia europea para explicar por qué ha ido dejando de lado a los de abajo para trabajar por las élites económicas. Invitados por las Juventudes Socialistas Austriacas, unos miembros de Podemos explican que siempre hay una alternativa que favorezca a la gente.

Las Juventudes Socialistas Austriacas (SJÖ) se reúnen al pie de un lago para hacer de nuevo su encuentro formativo anual. Trescientas personas en un albergue juvenil para rejuvenecer y reescribir el socialismo. En esta ocasión, Podemos Austria participa como invitado. En la apertura presentamos PODEMOS resaltando su origen en el 15 M, haciendo un resumen de su historia, filosofía, valores, indicándoles cuáles eran y son nuestros objetivos, cómo queríamos conseguirlos, cómo se realiza la participación y la toma de decisiones, además de indicar qué ha funcionado, qué no y por qué.

A partir de ahí participamos durante tres días en un taller llamado "Estrategias izquierdistas para un mundo capitalista". A este coloquio asistieron también representantes de Syriza (Grecia), del Partido Laborista (Reino Unido), del Partido Socialista Belga, del Checo, y de la Sinistra italiana. Tras las preceptivas rondas de presentaciones, recorremos la situación actual del liberalismo, del socialismo (división de la izquierda), de la Unión Europea.

A continuación llega la presentación central. El organizador y ponente dibuja durante una hora una crónica detallada del marco conceptual capitalista de Occidente. Desde la fase fordista con el keynesianismo posterior a la segunda guerra mundial, a la segunda fase reaganiana de desmantelamiento y ofensiva pinochetista. Para acabar en la hecatombe actual, tercera fase de la implantación de la gobernanza global. El mensaje para llevar a casa es que las políticas de la socialdemocracia que han servido para esquilmar a los pueblos de Europa se hacían porque: "No hay alternativa". "There is no alternative". T.I.N.A.

Dos andaluces emigrados resultamos andar por allí. En ese momento, no podemos evitar el impulso transgresor y en el debate le espetamos que lo que había expuesto era "Bullshit" ("caca de la vaca"). No es que el análisis no sea fidedigno ni esforzado. Lo es. Lo cual es absolutamente impresionante. El problema era la conclusión, la moraleja, el mensaje para llevar a casa. No hay alternativa. T.I.N.A. Bullshit. Era algo que no nos entraba en la cabeza, porque siempre hay una solución a las grandes cuestiones con las que convivimos a diario, en la que no cabe la resignación, ni la pasividad.

Se toman bien el comentario. Sigue el seminario de tres días y desgranamos todo a profundidades infinitas con un grupo de trabajo a un alto nivel, donde nos sumergimos en los diferentes países participantes: Grecia, Italia, Reino Unido, Bélgica y España. Además de debatir los temas de actualidad nacionales y europeos, elaboramos una batería de estrategias de izquierdas en diferentes campos: social (lucha contra la pobreza, la desigualdad, xenofobia), energético (apostar por energías verdes), medioambiental, fiscal (paraísos y bajos tipos impositivos), educación (herramienta de progreso e igualdad), sanidad (sector público), Unión Europea: política económica (fin de la austeridad), de inmigración (personas refugiadas), de fronteras y bancaria.

Al final de la penúltima tarde tratamos un taller sobre “La situación política en Austria”, donde nos explican la historia política del país, las diferentes fuerzas políticas, las estadísticas recientes sobre las diferentes elecciones, el auge de la extrema derecha, y las posibles coaliciones de gobierno, además de hacernos saber de la existencia de una difícil convivencia en la actual coalición de gobierno.

Las jornadas se cierran con un debate con Christian Kern, Primer Ministro de la República Federal de Austria desde hace tan solo siete meses. Es también la nueva cabeza del Partido Socialdemócrata Austriaco, y como tal va y se planta en el lago a saludar y conversar con las Juventudes Socialistas Austriacas, en el cierre de su fin de semana formativo. El formato es sorprendentemente abierto. La cabeza de la organización, Julia Herr, está sentada en el escenario de la gran sala a su lado, y le transmite preguntas seleccionadas de entre el público. ¿Por qué en el estado autónomo de Burgenland nos aliamos con los nazis para formar gobierno? ¿Cómo es que nos alineamos con el desmantelamiento de la democracia que representa el intento de acuerdo con Canadá llamado CETA, caballo de Troya de ese otro TTIP?

Kern dice que el mundo es complejo, y que hacemos lo que podemos. Espera, cara a las próximas elecciones legislativas que tocan en 2018 si se llega hasta allí, poder tener pactos postelectorales a dos bandas con el Partido Verde y con un partido liberal urbano llamado Neos que lo mismo te apoya el matrimonio homosexual que te pide la privatización de la televisión pública. No cunde la ilusión en la sala, pero se le agradece el gesto de charlar y escuchar de primera mano.

Cantamos para cerrar la Internacional (de la que sólo alcanzamos a sabernos el estribillo), y nuestras voces andaluzas del texto en castellano se sumergen en el alemán mientras nos miran levantar tímidamente el puño izquierdo.

Titanpad

Clip de video (en alemán)